domingo, 13 de julio de 2008

Prensa escrita en Bolivia… ¿dónde he visto yo esto antes?

Con sólo unos días en La Paz y echando un vistazo a la prensa escrita en los numerosos kioscos que adornan la Avenida El Prado tuve de inmediato una vaga sensación de déjà-vu: este tipo de periodismo ya lo he visto yo antes, pero… ¿dónde?

Por ejemplo, cuando la Unión Europea (UE) anunció que no estaría presente en el Referendo Revocatorio del próximo diez de agosto, donde se someten al pueblo los cargos de presidente, vicepresidente y prefectos departamentales (cargo equivalente al de gobernador en Venezuela), observen cómo tituló el boliviano La Razón:

Nada de “dudas” ni en la UE ni en la Organización de Estados Americanos (OEA). Lo que ocurrió es que la UE explicó que para acudir como observador necesitan ser avisados con un año de antelación. Este Referendo fue activado recién en mayo de este año (aunque llevaba engavetado en el Senado de mayoría opositora desde diciembre). La UE dijo que sí acudirían como observadores los países miembros que componen este organismo que así lo deseen, como en efecto anunciaron varios países que harán, y una semana después la OEA y otro poco de países y organismos confirmaron su asistencia a la jornada consultiva.

Otra maravilla la encontramos en La Voz, donde prácticamente le hacen un monumento al jalabolismo escrito ensalzando al prefecto opositor de Cochabamba, Manfred Reyes Villa. De los nueve prefectos que hay en Bolivia, sólo Reyes Villa se opone frontalmente –otros ponen ‘peros’- a someterse a la voluntad del electorado a través de este mecanismo, al que tilda de ilegal, inconstitucional y otra serie de descalificativos. Esta es la visión de La Voz en torno a este asunto:

Según este pasquín, “le toca a Manfred velar por la legalidad en el país”. ¡Menos mal, Manfred salvará la democracia! Lo que no dice el diario es que, de todos los que se someterán a la consulta popular, el que tiene las mayores posibilidades de ser revocado es Manfred. Ah, claro, por salvar la democracia se opone, no porque esté con pie y medio fuera de la prefectura al realizarse el referendo.

¿Recuerdan cómo desde 2004 y hasta hoy día –aunque ya no con la misma fuerza e insistencia- la oposición venezolana juega a las denuncias de fraude electoral, muertos que votan, miles de millones de colombianos nacionalizados en un abrir y cerrar de ojos, misteriosas cedulaciones masivas hechas con nocturnidad y alevosía y otros cuentos de la cripta? El Día no quiso olvidar esa edificante lección de infofrenia colectiva e histerismo de masas y así tituló hace unos días:

"El MAS (principal partido del gobierno boliviano) reparte carnets (cédulas) y crece sospecha de fraude". ¡Cuánta originalidad! ¿No es igualito a lo que con tanta insistencia -siempre sin pruebas- se ha dicho y ocasionalmente se sigue diciendo en Venezuela? La oposición venezolana podría denunciar a la boliviana por plagio, y gana seguro. La derecha boliviana y sus medios parecen un calco de la contra venezolana entre 2002-2004. Y si no dan un golpe de Estado es porque ven cómo le fue a la “sociedad civil” venezolana cuando transitó ese tentador pero fracasado camino: quedaron como lo que son ante el pueblo e involuntariamente contribuyeron a que la Revolución se profundizara.

Los medios opositores bolivianos son una copia de sus “hermanos” venezolanos, pero en una versión mejorada: son más tendenciosos, amarillistas, manipuladores e inmorales.

No recuerdo qué diario fue, creo que La Nación, y no pude tomar foto, pero la liberación de Ingrid tuvo como subtítulo “Ni los 300 millones de dólares que dio Chávez a las FARC pudieron impedir que Ingrid recuperara su libertad”. ¿Qué tal? ¡Ni El Nuevo País, summa cum laude de disociación a la venezolana, se atrevería a titular así!

Los ejemplos son múltiples y a diario se encuentran, no sólo en diarios nacionales, si no también en los locales. Estos son sólo unas muestras que tomé de manera aleatoria y cuando tuve la oportunidad, en sólo una semana que pasé en La Paz, no son ni de lejos las más escandalosas del año.

Mientras los movimientos sociales bolivianos observan atentos la experiencia venezolana, la oligarquía opositora hace lo mismo. Pero mientras los primeros se fijan en aciertos y errores de los ganadores de una confrontación política y social histórica, los segundos, aunque todavía muy influyentes y con gran poder, imitan en todito a los derrotados.

Así les ha ido a unos en Venezuela. Y así les irá a los otros en Bolivia.