lunes, 30 de junio de 2008

Domingo, día sagrado... en los centros comerciales

Este fin de semana decidí malgastar unos 6 y pico bolívares fuertes para comprar la prensa y disfrutar -es un decir- sus suplementos dominicales. Los ejemplares elegidos fueron El Nacional, Últimas Noticias y El Universal, con sus respectivos complementos de fin de semana. Se me olvidó pesarlos, pero probablemente llevé casi dos kilos de papel bajo mi brazo.

Las revistas que acompañan a estos diarios los domingos son supuestamente una alternativa de ocio, cultura, entretenimiento, sea éste trivial o profundo, pero si nos molestamos en analizarlos veremos que en realidad son una especie de Textos Sagrados de la Religión neoliberal, cuya Iglesia es el Centro Comercial.

¿No me creen? Hagan la prueba. No tienen más que contar las hojas dedicadas a publicidad, directa e indirecta, y compararlo sobre el total de páginas de cada revista. Yo lo hice. Y estos fueron los resultados:

Todo en Domingo
Este es el suplemento del periódico El Nacional. En el número del 29 de junio, el ejemplar contaba con 84 páginas, siendo el más fino de los tres que hojeé. De esas 84 páginas, 41 eran publicidad directa: compre, pruebe, adquiera, disfrute. Es decir, casi el 49% del contenido de la revista era publicidad. Publicidad directa.

Porque también incluía publicidad indirecta. ¿A qué llamo publicidad indirecta? A aquellos artículos supuestamente periodísticos que pretenden ser informativos, pero que al final o en el propio texto te ofrecen precios, teléfonos o webs de empresas comerciales a las que comprar sus productos o servicios. Ejemplo: cuento que Roraima es un lugar chévere para visitar, y a la vez especifico cuál es la mejor agencia, con sus datos de contacto. Otro ejemplo: escribo un artículo sobre equipos de pantalla táctil, y seguidamente especifico marca, modelo y precio.

Eso es publicidad indirecta: no te pido que lo compres, te informo para que lo compres.

En el caso de Todo en Domingo, nos encontramos con unas 13 páginas de publicidad indirecta, entre tecnología, gastronomía, moda y belleza. Cinco de ellas son “cultura”, un texto de Boris Izaguirre que el propio artículo admite en su introducción que en realidad es promoción de su último libro, finalista del Premio Planeta (por cierto, uno de los premios más denostados y corruptos del mundo editorial español).

No considero publicidad indirecta aquellos artículos sobre productos que no especifican marcas o no ofrecen datos de contacto. Aunque también haya incitación al consumo cuando, por poner un ejemplo, te dicen que existen cremas maravillosas contra la celulitis y que ésta tiene cura, aunque no especifiquen marcas ni dónde adquirirlas.

Tenemos entonces que de 84 páginas, 54 son publicidad directa o indirecta. El 64% del ejemplar está dedicado a despertar o estimular nuestro consumismo. Casi dos de cada tres páginas. Y como remate, en la segunda página venía como obsequio lo último que esperaba encontrarme en una publicación impresa: una toallita sanitaria.

Gutenberg jamás lo hubiera imaginado cuando inventó la imprenta allá por 1450.

Dominical
Últimas Noticias es continuamente acusado de ser un diario del rrrégimen, a pesar de contar con Julio Andrés Borges, Gloria Cuenca, Antonio Ledezma, William Ojeda y otros entre sus colaboradores. Aunque a mí me parece el mejor diario de Venezuela, desde luego que está muy lejos de ser una publicación socialista.

El dominical de este fin de semana parece darme la razón. 66 de 120 páginas estuvieron dedicadas a la publicidad directa. El 55% del ejemplar estaba enfocado al mercantilismo directo y sin anestesia.

En este ejemplar analizado, dado lo especial del mismo -celebraba su 38 aniversario- carecía de publicidad indirecta. Pero la he visto en otros números. Además entre las hojas del diario venían varios catálogos de compra (farmacias, supermercados...)

¡No tanto castrocomunismo por favor!

Estampas
Pero el caso más exagerado y constante (se repite semana tras semana) es el del suplemento de El Universal, Estampas, campeón invicto en kilos de anuncios impresos. 99 páginas y media de 160 eran publicidad directa. El 62% del voluminoso volumen estaba dedicado a la instigación frontal a la compra de productos y servicios, los necesitemos o no (generalmente no).

Eso sin contar la publicidad indirecta, que contaba con otras 24 páginas. Sumando ambas, directa e indirecta, obtenemos 123 páginas y media dedicadas al consumismo.

El 77% (¡tres de cada cuatro páginas!) de Estampas era un dedicado esfuerzo a convencernos de que debíamos dejar de lado ese plan de ir a pasear con nuestra familia por el parque más cercano, para en su lugar llevarlos al centro comercial hasta hacer sangrar las tarjetas de débito y crédito.

Eso sin contar las numerosas páginas de catálogos de compra (farmacias, supermercados, tecnología...) que venían mezclados con el diario.

Así es esta prensa dominical (en Venezuela y en el mundo): una implacable incitación al consumo, un esfuerzo descomunal dirigido a nuestro bolsillo, una estrategia perfectamente diseñada para mantener un modelo de desarrollo insostenible llamado capitalismo.

Si eso no es ideologización, que alguien proponga un nombre mejor.

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